Ectoina: El "reparador hardcore" en el cuidado de la piel, de las bacterias de lagos salados al protector cutáneo

En 1985, el científico Galinski descubrió una bacteria halófila en los lagos salados del desierto de Egipto. Sobrevive en condiciones extremas como altas temperaturas, alta salinidad y radiación UV intensa, gracias a la ectoína (ácido tetrahidrometilpirimidina carboxílico) producida en su superficie celular. Este derivado de aminoácido cíclico es un "protector natural": une moléculas de agua para formar una capa de hidratación estable (como un "escudo" para las células), permanece estable entre pH 1-9 y por debajo de 190°C, y tiene una vida útil de hasta 4 años, lo que la hace ideal para el desarrollo de productos de cuidado de la piel.

Las capacidades de ectoína en el cuidado de la piel son "completas": un experimento de Bitop (Alemania) mostró que tras 12 días consecutivos de uso de productos que contienen entre 0,5% y 1% de ectoína, la hidratación cutánea se mantuvo alta incluso 7 días después de interrumpir su uso; su poder hidratante duradero supera al de humectantes comunes. Además, protege las células de Langerhans (clave para la inmunidad de la piel), reduciendo los daños a la barrera cutánea causados por los rayos UV y por ingredientes irritantes. Un estudio de Merck de 2004 confirmó además que inhibe el envejecimiento fotoinducido por UVA y reduce la formación de arrugas.

Hoy en día, la ectoína se ha convertido en un ingrediente clave en los productos de cuidado de la piel enfocados en la reparación. Como empresa especializada en OEM/ODM de productos para el cuidado de la piel, INTE incorpora la ectoína en fórmulas personalizadas al atender a clientes de marcas, optimizando los procesos de producción según su estabilidad para ayudar a las marcas a crear productos eficaces de reparación para pieles sensibles o expuestas al exterior, convirtiendo este "regalo de los lagos salados" en una protección real para la piel.